domingo, diciembre 06, 2009


Crees que hacer interrogatorios no es hostil. Yo te cuento que en efecto los interrogatorios es el tirabuzón que hace falta para sacar las palabras, palabras que talvez no se deseen decir. Las personas nuevas en mi vida ya no serán interrogadas te digo.
Tú te ríes, pero entonces te cuento que hay gente a la que si no le marcas límites claros se te trepa encima y se te mete y te le metes y de repente estas tan enredado que es imposible salir de ahi sin hacer daño.
Ya no quiero hacerle daño a la gente ni que la gente me haga daño, he ahi la importancia tanto del protocolo como de la diplomacia. Siempre he creido en víceras, pasión y sinceridad y de repente cuando te cuento todo esto tú tienes los ojos bien abiertos y un gesto raro en la boca, he hablado demasiado, como siempre. Pero ahora lo sabes y tendrás más cautela cuando te acerques y supongo que esa es una cosa buena. Un día Carlos me llevaba a mi casa, le pregunté que cuál pensaba que era su mayor defecto y esto bastó para confesar casi al borde de las lágrimas que se sentía triste porque se había dado cuenta que no podía relacionarse profundamente con la gente, que sentía que no conocía a nadie realmente y que nadie lo conocía, ni su propia madre y después de una larga plática nos quedamos los dos calladotes e incómodos, me bajé del coche y no me sentí suficientemente cómoda para volver a salir con él sin que estuviera su hermana presente. Las confesiones son peligrosas.

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