miércoles, noviembre 25, 2009

Mi joya literaria daaaaajajajajajajaja









Llama la atención que en una sociedad que adora las imágenes y cuyo procesamiento mental de las mismas se desarrolla a un ritmo frenético, todavía y de vez en cuando pueda haber expresiones gráficas capaces de sorprenderla, conmoverla o incluso movilizarla. Es en este selecto apartado donde encaja Shepard Fairey, artista y diseñador americano. Poseedor de esta rara inteligencia social que sabe exactamente cómo y cuando soltar un mensaje para causar revuelo. Tal vez es simplemente la sensibilidad de saber reconocer el grito social para únicamente otorgarle voz gráfica, cosa que tanto el mundo de la publicidad, el arte y el diseño ambicionan pero que es don de tan solo unos pocos.

Este personaje recibió formación en academias de arte y escuelas de diseño, como también ha digerido e incorporado las lecciones que le ha brindado la urbe. Esto último lo dotará de una intensa voluntad de altruismo social muchas veces contradictoria con su primera dicotomía.

Ver el recorrido del autor es como presenciar los juegos de un niño, que constantemente realiza pequeños simulacros de la vida real pero que no se toma nada demasiado en serio o a veces es incapaz de comprender el propio contenido que maneja. Así en su trabajo nos asombra poder encontrar tanto códigos de extrema izquierda y anti-consumo como también campañas publicitarias para esas corporaciones que tanto critica, aquí es donde surgen las preguntas y las incongruencias respecto a este diseñador, que es
criticado por los gremios creativos por plagiario y por los grupos a los cuales intenta representar pues primero se compromete con causas extremadamente subversivas para después escupirles en la cara haciendo la publicidad para Pepsi.

Su ética formal también es muy cuestionable, pues a pesar de tener la astucia para aprovechar viejas fórmulas como aquellas surgidas en el Constructivismo Ruso y aplicarlas eficazmente en el presente, caemos en cuestiones como que la línea entre inspiración y plagio es extremadamente fina, esto lo vemos ejemplificado en el cartel que realizó para la banda Afternoons, donde a pesar de que él dice que la banda le inspiró tanto que sintió la necesidad de hacerles un cartel, podemos adivinar de dónde salió la verdadera inspiración cuando contemplamos el cartel realizado por Alexander Rodchenko “Vendemos libros”, donde las estructuras gráficas se toman de forma literal reformadas únicamente en la depuración de elementos y realizando un encuadre de close-up respecto a la boca que grita, incluso en la tipografía notamos el carácter geométrico que nos es más lógico en el contexto de los caracteres del abecedario ruso.

Al mismo tiempo, no es un secreto la simpatía que este autor siente hacia este movimiento, pues ante los constantes ataques de sus indignados seguidores, se defiende con el discurso que tomar imágenes de otras personas nunca ha sido delito, sin embargo contradice su propia lógica al mostrar intolerancia ante otros autores que satirizan sus creaciones, como en el caso de Baxter Orr, ilustrador de 26 años sobre el que ahora mismo pesa una demanda por infringimiento de derechos de autor impuesta por Fairey sobre el que a su vez recae otra demanda por la mismísima imagen de la que se precia de ser propietario la cual irónicamente se trata de la imagen del presidente Obama con la leyenda inferior de la palabra esperanza. El jóven ilustrador se escuda bajo el argumento que él deseaba parodiar al tipo que parodia todo, porque él ha basado su carrera y su fortuna en esto y si se enfada, se convertiría justo en la compañía de detergentes Tide o Cocacola y ante este argumento no hay nada más que decir.

En la página web de Fairey declara su tristeza ante el constante cuestionamiento de su ética, pero se escuda con argumentos como que el dinero no es el eje que lo acciona, y exaltando sobre todo, que su altruismo es suficiente para nivelar la balanza y justificar actos que bajo el criterio moralista que emplea en su propio discurso, no son justificables.
Dice también que no piensa convertirse en el artista mártir que el público esta buscando, pues necesita alimentarse y ganar el pan con alguna cosa para seguir haciendo arte, sin embargo no siente remordimiento alguno al explotar los beneficios que conlleva esta postura mesiánica y en este sentido nos encontramos con la actitud unilateral que le caracteriza porque no esta dispuesto a aceptar ni el karma del artista comercial ni el ascetismo del artista revolucionario y se queda en este punto medio que ya nos describe a la perfección el defecto que más aqueja a esta sociedad que tanto desea representar.

Así, en el hombre que ha obtenido el nombramiento de una de las personas más influyentes del 2008 y quien con claridad ha sabido formalizar la identidad y la esperanza que representan los ideales de su sociedad, encarna también el mal que la aqueja y por ende su peor defecto y es esta pereza moral que la paraliza, esta desidia que la convierte en mero espectador de su propia fatalidad, pues posee la suficiente capacidad crítica para reconocer con claridad sus enfermedades, pero contrapuesto a su característica búsqueda de confort, no esta dispuesta a luchar con garra para convertir estas meras imágenes e idealismos en realidad.

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