viernes, septiembre 11, 2009


Nunca supe a quien rezarle, las pocas veces que se me ha ocurrido rezar sentía como si lanzara palabras a un espacio negro con eco, vacío. Los rezos no me provocaban el menor consuelo.
El otro día descubrí que me gusta rezarme a mi misma, a una especie de deidad que de repente manifiesta su magia en momentos muy específicos, no le pido que arregle las cosas, le pido que me de valor para afrontar eso que viene, le pido que me de serenidad.
Solo podemos controlar aquello que hay dentro de nosotros y a veces ni eso.

No hay comentarios.: