lunes, septiembre 28, 2009


imagen: daniela glunz



Estaba en una especie de cumbre, se sentía el aire pero al mismo tiempo sabía que estaba debajo del mar, me había hundido en un avión y miraba la superficie desde abajo con muchísima angustia, como aquello que nunca más se va a volver a alcanzar.
Ahi abajo estaba con ciudadana R (ciudadana R me cae mal porque en la realidad es la primera en notar y recalcar cualquier ínfima variación de mi peso siempre con una conotación negativa), entonces la presencia de ciudadana R es realmente molesta y no deseo estar con ella pero parece como esas cosas que uno no puede evitar.
Ciudadana R y yo estamos buscando trabajo en restaurantes mexicanos debajo del mar, pero nadie nos contrata. Al mismo tiempo estoy otra vez en la cumbre con ciudadano S que quiere lanzarse en un paracaidas. Yo no quiero saltar al mismo tiempo que él, así que me lanzo. Mientras voy callendo por ese precipicio, pienso que soy muy impasiente y que talvez debi haber esperado a ponerme un paracaidas porque ahora que toque el suelo no sé exactamente si sobreviviré. Me doy contra el suelo pero entonces parece como si éste estuviera hecho de trampolín, porque es mucho mas flexible de lo que espero, según yo, hago una técnica de doblaje de rodillas que aparentemente es maravillosa porque no me lastimo y me echo a correr para no tener cerca a este ciudadano.
Luego encuentro a L. que también busca trabajo, vamos juntos comodamente, de repente estamos en el metro en la estación de el Rosario, estamos haciendo transbordo para ir a Tezozomoc y entonces ciudadano F se aparece con un corte de pelo asimétrico, por primera vez (porque normalmente intento evitarlo) lo saludo con verdadero placer y pienso "mira, después de todo no es tan mala persona, el tiempo lo ha hecho madurar y ser agradable" y para aún mayor sorpresa mía, L lo saluda muy sonriente y como si fueran amigos de toda la vida.

No hay comentarios.: