domingo, febrero 17, 2008


que te amen o que te odien, pero nunca NUNCA dejes indiferente.
al parecer heredé la personalidad maniqueísta de mi abuelo paterno Carlos Ramírez. amante del golf y algunas otras cosas, le empinaba con singular alegría a la botella y decían que tenía un numerote tanto de amigos como de hijos fuera del matrimonio.
murió atestado y detestado, callendo lentamente por un barranco después de quedarse dormido mientras manejaba.
sus hijos se repartieron casi todas sus pertenencias y por azares del destino a mi papá le tocaron sus palos de golf y como símbolo del gran aprecio que le tenía, los dejó pudrirse lenta y efectivamente en el jardín.
los palos de golf se convirtieron pronto en el hogar de múltiples insectos y el juguete y tesoro predilecto del perro, era un verdadero deleite verlo correr con su hierro 7 en el hocico.
algunos se llenaron incluso de vegetaciones misteriosas que acabaron por mimetizar la propia casa con los palos.
un día soñó que Carlos Ramírez le decía que ya lo perdonara.
los palos fueron removidos de su habitual paisaje y el perro se quedó muy triste.

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