viernes, agosto 04, 2006

painfully... hurts


Y se me fue, al cuarto para las cuatro de la mañana. A veces tomo la hora en la que se va como un indicador de algo, no se exactamente de que. A las 3, me queda poquito de él, a las 5, habrá sido algo muy bueno. Al cuarto para las cuatro, estoy re callada. Y aunque no estoy triste pues has sabido soplar de esa forma rara que borra mis preocupaciones, me queda un poco ese tinte melancólico, porque aunque me decepcione cientos de veces y aunque me duela profundamente cada vez, sigo creyendo y sigo renovando mi fe en esas cursilerías como la amistad y todos esos fantasmas.

Hoy hubo pensamientos fantasmas y completamente infértiles cruzándose por mi cabeza. Llego al Messenger, cómo es que en un medio tan frío y tan impersonal puede Itachi sentir mi tristeza, puedo sentir la frialdad en las letras de ella.
Y esta enojada, se enoja porque soy inmoral en esta sociedad mía que como todo lo que existe en mi mundo esta perfectamente descuadrado a mis percepciones y mis teorías, como dice Musito, no hay nada más fuera de lugar que mis metáforas y yo.

Nunca aprendí a comportarme en sociedad, no aprendí a darme a desear ni todos esos juegos que aparentemente y según sus estadísticas el 99% de las personas saben jugar, yo me pregunto, dónde se aprenderán toda esa serie de cosas que las abuelas y las madres como que saben. Mi mamá tampoco se sabe dar a desear y talvez por eso no me enseñó, soy una persona transparente con una estructura mental tan enmarañada que no me queda instinto para interpretar a las demás marañas mentales.

Hoy me dolió lo que sea que duele cada vez que alguien que quiero mucho juzga mi carácter despreocupado y ligero. Y una vez mas, me sobran pretextos pero talvez no tengo las agallas, talvez finalmente pensé haber encontrado erróneamente el hogar. A veces por respeto a las relaciones y al pasado, es mejor levantar los bártulos y saber donde se encuentra la puerta.

Ay que bruto, cómo me doliste hoy y quisiera no explayarme en mis descripciones pero conmigo siempre sabes cómo estrellar tus palabras de tal manera que suenan duras, que son como piedras y en este caso, soy la Magdalena.
Y caray, intento omitir de verdad mis descripciones porque en el fondo yo si te quiero profundamente y si te respeto e intento no juzgarte. Me duele porque la confianza que te di a veces la usas para decirme cosas que usualmente no le dices a nadie, la confianza que es bonita para construir animales mágicos en ti me rompe en pequeños trozos.

A veces me da miedo contarte cosas, precisamente por esto, porque pensamos bien diferente y me da miedo que me juzgues y me señales porque aunque he aguantado callada tus opiniones (y han sido opiniones a veces bien duras) casi siempre tengo una sonrisa para ti, yo no quiero juzgarte y sin embargo lo estoy haciendo ahora.

Me doliste un montón desde la tarde destinada a un partido de damas, no me quedó hambre de damas ni de Itachi ni de atardeceres ni de nada. Me quedaron los ojos secos y dolorosos, me quedó un sabor bien amargo y la certeza de que esta buena racha con mis defensas con esta zanjita que acabas de abrir seguro habrá acabado.
Me heriste y esta vez no quisiera ocultarlo, porque precisamente por esa transparencia siempre salgo con mi coscorrón y mi letra escarlata. Todos tenemos cola que nos pisen, todos y aunque podría aprovecharme de cosas que me has contado y cosas que observo no lo hago, para mi eso es la amistad, pues la gente cuando te quiere se hace vulnerable. Tener el poder de destrozar lo más frágil de alguien, pues también es conocer y por amor, no hacerlo… Me rompiste antes y me rompiste hoy… Se me secaron las ganas de platicarte cosas.

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