miércoles, agosto 23, 2006

:I


Alguna vez alguien me dijo que los códigos morales son algo que el 99% de las personas saben. En las orgías dionisiacas era sacrificado un chivo expiatorio en pro de la fertilidad, un loco. En las pinturas del Rococó el solo gesto de quitarse un zapato tenía una connotación sexual fuertísima, y si esos códigos mutan tan facilmente o tan radicalmente atravez del tiempo, ¿cómo es que el 99% de las personas los conocen al dedillo?, ¿cómo es que son más rígidos al alejarse de la ciudad de México?, ¿cómo es que se suavizan o se estrechan de país a país? o incluso sin ir tan lejos, de familia en familia...
Esta ambivalencia hace tan relativo lo que esta bien y lo que esta mal, siempre pense que mientras me fuera fiel a mi misma nada podía ser malo, aún así, la definición de fidelidad a uno mismo en si es tan contradictoria y esta tan basada en pequeñas intuiciones que ¿cabría la posibilidad de estar errado aún manifestando la más profunda de las voluntades?
De repente esa vocecita en mi me dice cosas, pero a veces no distingo si es un miedo irracional o de esas certeras intuiciones.
Aquella vez cuando solo rascaba mi espalda, vocecita interior incómoda, ahora aunque solo bailamos, caderas tiesas, brazos renuentes y aunque no le tengo miedo y siempre le había tenido afecto, mi cuerpo se rehusa a moverse, más tiesa que de costumbre, es cuerpo es sabio me digo, pero los códigos morales son re raros y ven mal cosas que no son, y ven bien cosas que se sienten chido... Ay la contradicción humana, nunca acabo de entenderla, nunca acabo de aceptarla y ahora puedo reconocer en ella la raiz de mi enojo, tristeza y si, porque no, amargura.

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