miércoles, agosto 23, 2006

alfa



Si tuviera un perfume completa y unicamente mio tendría el mismo aroma que la tierra mojada, ese aroma gemelo a mi corazón que esta inundado de lluvia.
Al mismo tiempo y solo con estados de ánimo muy específicos, en el perfume predominaría ese olor que solo los huele de noche emiten y que solo las personas que viven en el campo conocen. Por la mañana definitivamente olería a waffles recien hechos.
Es gracioso pensar en el poder evocador que tienen los aromas, porque a mi la Navidad me huele a galletas de las duras presumiendo su vainilla en la mesa del comedor o ese abanico de perfumes caros y sintéticos que percibes cuando abrazas a la familia.
Desgraciadamente Barcelona en mi memoria huele a orines y Coyoacán tiene ese imperecedero aroma a gordita en anafre extrañamente acompañado por música de organillo.. mi memoria re kitsch!.
Los miércoles en la escuela siempre olieron a cloro por la clase de natación, la vista medio rara con ese marquito como empañado por mi alergia al condenado químico.
Los sábados de asilo eran pegajocito pollo frito, Débora nunca se lavó los dedos después de comer, incluso olían a papel pegado cuando intentaba limpiárselos y las servilletas se le quedaban pegadas entre los dedos.
El olor a crema Lubriderm siempre me tranquiliza y lo relaciono con los brazos brillosos y morenos de mi mamá, incluso sus besos huelen a crema.
Y el amor, es curioso, aún cuando ahora que anda medio lejos, percibo un Carolina Herrera y es como si estuviera escondido mirando. Y cuando lo abrazo, es tan alto que siempre me queda su sueter a la altura de la nariz, me gusta cerrar los ojos y separar todos esos aromas que lo componen, y escribo esto y pienso que talvez la mercadotecnia no es tan descabellada, porque para mi el amor huele a Carolina Herrera y suavizante de ropa.

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