domingo, julio 02, 2006

El encargado me da miedo

Hace unos meses me lo encontré en el super. Traía puestas las botas que todo el mundo critica, las que son peludas y blancas como dos perros y que únicamente le gustan a Andrés, los demás dicen que es mi estilo y que me quedan bien a mi pero que no les gustan… Los austriacos aunque hablaban con su alemán raro, sabía que hacían chistes acerca de mis raras botas blancas.
Entonces de pie, en el pasillo de las cosas dietéticas buscando las tortitas de arroz y prácticamente aire, esas que saben a unicel, con los audífonos enormes de comentarista de futbol y cantando a un volumen bajo pero finalmente audible de repente lo sorprendí mirándome tan fijamente que me asustó un poco o talvez más que asustarme me avergonzó un poquito, en ciudades como esta llega un momento en que uno se vuelve tan invisible que puede darse el lujo de la excentricidad, últimamente me he vuelto tan excéntrica, tan invisible que a veces me da miedo que mis papás no me vayan a reconocer.
Me sigue mirando, estirado y flaco, tendrá unos treintaitantos años, sonríe.
-Cómo estas?.
-Bien- Pero volteo a ver el piso, que pena, todo.
Salgo con paso rápido de ese pasillo.

Cada vez que vuelvo al super lo busco intentando evitarlo, porque siempre me mira como curioso y a mi me incomoda, el otro día hasta me llevé un paquete de pasta con forma de bolitas con tal de que no pensara que estaba en el pasillo de las pastas para coincidir con él, me chocan ese tipo de coincidencias y a veces me mira con tanta insistencia que me resulta insoportable.
Después de unos meses noté que dejó un poco de mirarme y me sentí mucho más tranquila, de repente podía ir sin la paranoia de sentirme observada o perseguida. Miriam esta en el pasillo del congelador buscando surimi y ya que cierran corro por mi cereal con chocolate. Súbitamente sale de uno de los pasillos y casi chocamos, yo toda avergonzada miro al suelo, re cortante yo, no solo cortante, re cortante. El sigue sonriendo, muchísimo y me pregunta nuevamente cómo estoy, yo digo que estoy bien, balbuceo cualquier cosa, toda roja. El dichoso encargado, que siempre me vigila, re sonriente.

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