domingo, diciembre 10, 2017

Después de la última nota me quede un poco perpleja. Después de todos estos meses había conseguido que la rabia el rencor y el miedo se me difuminaran entre el yoga, los amigos y la pintura. Te mande un mensaje proponiendo un vino, algunos días después me respondiste que gracias pero no. Y que te había maltratado todos estos meses como si no fueras nadie y que tu corazón ya no podía más. 
Lo primero que sentí fue indignación. Pensar que fueran como fueran las cosas siempre serías tu la victima y yo la tirana, así que en un instinto de mi alterego borracho te dije un par de cosas lo más frío que pude, borré tu contacto y te quite de mis redes. Me daban tristeza varías cosas, que nunca hubieras sentido que hiciste algo incorrecto o al menos ambiguo, que hubieras manipulado la verdad para hacer que las cosas fueran hacia tu esquina y que encima en mi momento más vulnerable me mandaras ese mensaje horrible para decirme que no tenía autoestima y que mi experiencia como diseñadora textil era como de chocolate y que era una frágil y un ser pequeño al dejar que Joana me rompiera el corazón cuando en realidad habías sido tú con la intensidad con la que vives el trabajo. Me había dolido el último día que a pesar de verme llorar, temblar y colapsarme, tuvieras la sangre fría de llegar tarde ese día y pedirme que como todos los viernes, me quedara unas horas más. Todos esos meses me sentí engañada porque no fui advertida que tendría que pagar un precio tan alto por un cambio de aire. Y no podía explicarme a mi misma porque alguien que había querido tanto podía hacerme algo que yo no le haría ni a alguien que me cae mal.
El pensamiento general era darle tiempo, esperar que se enfrien las cosas, que me sienta mejor y que salga de mi crisis. Muchos meses con doctores, pastillas y emociones descontroladas. A veces me llegaba algún mensaje tuyo diciendo como que me echabas de menos o que feliz cumpleaños y así. Nunca deje de responder, pero mi cuerpo tampoco encontraba la careta para fingir que nada había pasado. Debía confrontarte? Debía soltarte todo el cúmulo de emociones negativas que sentía respecto al trabajo, respecto a mi misma y respecto a ti? Tratarías esos sentimientos con respeto o me soltarías uno de tus fríos diagnósticos? Antes de hablar, antes de pelear siempre pienso las cosas muchas veces, las palabras albergan un poder tan sobrecogedor que uno puede alterar el mundo de otra persona muy fácilmente, uno puede pisar las florecitas de un jardín sin querer. Pensaba que contigo no ganaría nada porque no tenía sentido lastimarte, si no había obtenido empatía en mi colapso probablemente la obtendría menos en mi ira y mi locura. Mejor seguir enfriando.
Después de octubre me sentía mejor, con el nuevo medicamento y un poco de trabajo nuevolas cosas empezaban a caminar lentamente. En un día de borrachera me anime a escribirle a mi antiguo jefe y le propuse algo que mi alterego borracho estaba segura que saldría bien. Concretar el trato tomo algunos meses. Yo decidí ya no consultarte nada respecto a mi vida profesional, porque tus intereses ya habían chocado con los míos y decidí que para ser mi mejor amiga solo tenía que tomar en cuenta mi propia opinión y mis deseos.
Te sentiste profundamente ofendida y herida y describes este periodo como si hubieras recibido piedras cada vez que escuchabas de mi y yo no te decía nada. Siento a veces que en mi vida se repiten ciertos patrones que soy incapaz de romper. Como cuando era adolescente y mi mamá se empeñaba en saber mi vida sexual o en el anterior trabajo que mi compañera tenía que opinar de todas las decisiones que tomaba, era como sentir que mi vida no es mía, que todo el mundo tiene un freepass a mi intimidad, mis secretos y las cosas que hacen sentir vulnerable. Quizá está es la primera vez que intento romper el patrón y ser dueña egoísta y fuerte de mi misma. Claro que me dolió sacarte de mi vida, pero me duele más mirarme a veces como un simple peón de las situaciones. 
Tiempo después de que dejamos de escribirnos algunas veces le daba vueltas al asunto, pensando en las cosas que yo había hecho mal y las cosas que tú habías hecho mal y en que momento esa persona con la que solía patinar y emborracharme se había vuelto tan diferente a mi.
Después encontré un artículo acerca del ghosting que una vez más me hizo replantearme si habría hecho bien, decía que uno al aislar de la vida de uno a alguien que afectivamente era muy importante dejaba cicatrices especialmente difíciles de curar y sobre todo en personas con baja autoestima.  Es feo mirarse a uno mismo como una mala persona pero a veces cuando uno elige para uno mismo no puede ser amigo de nadie más. 

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