viernes, abril 14, 2017

Me desperté el viernes de Semana Santa y escribí un cuento sobre la señora que vive en mi cabeza, comenzaba así:

Pasaron cinco años y medio. Cuando comencé me prometí a mi misma que no permanecería más de cinco. El cuerpo me recordó ese pacto que habíamos sentenciado firmemente hacia tanto tiempo, podía sentir en El Centro de las manos y a veces en los pulmones como guardado dentro de una cáscara, el terror y la conciencia de haber alcanzado el punto de inflexión prometidos y no, no aceptaba ningún intercambio ni barato ni atractivo por un par de meses o años de más. 
-Dijiste 5 años.
Mi colapso final fue un viernes, no podía haber sido en otro día, por supuesto. Ese día que habíamos vuelvo del norte del país de ver a los clientes, llegue a las dos de la mañana. No pude dormir del ajetreo del viaje y pensando en toda la lista de cosas que tenía que hacer al día siguiente, pero el día siguiente era viernes y los viernes se sale temprano y sentía que en unas horas más mi mente sería mía otra vez, mi espacio privado. El viernes temprano ya estaba sentada en la oficina y lista para trabajar, me habías dado tu maleta todo el viaje, no se me pago el taxi pero tú si te habías permitido llegar dos horas tarde porque necesitabas dormir. 
Transcurría el día que se alargaba y alargaba en tareas incomprensibles y absurdas que se multiplicaban casi milagrosamente, en mi interior escuchaba el diálogo de siempre.
- ay pequeño ratoncito, tú que pensabas que el viernes era para ti, en serio pensaste que esto sería tan fácil??! Ay por favor, dime que no, dime que no te imaginaste a ti misma caminando temprano, cuando todavía hay sol, la cuesta de Marina rumbo a tu casa?? Ay que dulce, si lo hiciste!!! Me encanta como desperdicias tu vida aquí, haciendo florecitas, tú que podrías ser más fuerte que esto, pero eres tan dócil, tan humilde, te han domesticado tan bien, mírate, con tu correa puesta, este viernes que decías que eras dueña de ti misma. 
Gordas y calientes lágrimas de rabia y cansancio caían en mi escritorio y en mi teclado y destruían mi discreto maquillaje. El torrente no cesaba mientras miraba que en efecto, el día iba pasando y se empezaba a hacer de noche. Apague la compu, agarre mis cosas y me iba a casa.
-no no, a donde vas? 
-estoy muy cansada, ya me voy a mi casa.
-no no, espérate a ver si esto ya se acabó. 
Me quité mis cosas y me senté como niña castigada mientras esperaba a que ese algo misterioso se manifestara en algún sitio. Escuchaba la risita de ese ser retorcido interior, como si estuviera en el cine mirando la comedia más taquillera de la temporada, La vida de Jimena y todo lo que puede salir mal.
Al final agarré mis cosas y me largué, enojada con ella, enojada conmigo y triste de saberme esclava de esta situación en la que voluntariamente me había puesto.
-Creo que esto te enseña a eso que siempre has sabido cariñito, no le creas a esa gente, o sea, me encanta que siempre confías en todo el mundo y te traicionan o te dañan y luego con el siguiente vuelves a confiar igual y justificas y asumes la culpa como tuya, a mi también me encantaría ser tu amiga y putearte y explotarte y hacerte hacer todo lo que yo digo, pero nosotras no somos amigas verdad? Y nunca vas a hacerme caso cuando te doy todas mis listas de cosas que creo que debes hacer ni vas a seguir mis controles de calidad, que bueno, yo se, yo sé, yo solo soy una comercial y no tengo ni idea de arte ni de diseño, pero oye, si no soy yo quién te mete en cintura. O bueno, ya lo sabes, quizá somos más amigas de lo que tú piensas, porque al final aunque intentes ignorarme, sé que escuchas mis comentarios, y tenemos esta relación jerárquica de amor odio tan parecida a la que guardas con todas esas personas que no te entienden, y que dicen ser tus amigos.

Tras el último punto, que parecía caer negro y pesado al final de todos los enunciados no parecía haber espacio para ningún tipo de continuación. Suspiré pesadamente despertándolo sin querer.
-Que haces?
-Estoy escribiendo un cuento del que no sé cuál es el final y que se me ha tornado inesperadamente oscuro.
Se lo leí en voz alta mientras acariciaba mis costillas.
-Cuál crees que es el final? Puedes contarme un final feliz para esta historia?
Me sorprenden ambas lagrimillas que se resbalan instantáneas hasta mi almohada.

No hay comentarios.: