sábado, junio 29, 2013

Quería esa pulsera de estrellas y corazones. No sabía porque pero en mi interior sentía que era mía y que por razones que sólo el universo entiende, tenía que estar en mi muñeca. El fatídico día que no me la compraron lloré todo el camino de vuelta, y mi mamá dijo que era una egoísta berrinchuda. Se me quedó esa imagen, que un monstruo salvaje vivía dentro de mi y que había que tener cuidado con él, que todos los deseos personales tenían que ser suprimidos del saber ajeno.

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