jueves, agosto 19, 2010


Estaba sentadita esa noche en la banquita del autobus, pensaba que de alguna forma había alguna parte de mi cuerpo que inventaría aunque fuera, ese sentimiento de libertad e independencia. Pensaba que podía en ese momento justo dejarte ir, dejarlo todo desaparecer. Tenía un libro pequeño en el que anotaba un poema por cada pensamiento negativo. La libreta estaba completa pero mi cabeza purificada. Me gustaba pensar eso.
El viajero se subio al autobus, nos conocíamos de apenas un par de días, "te voy a extrañar" me dijo, y ambos supimos que estaba mintiendo, pero nos sonreímos y finalmente se fue. En esos meses la soledad física dejaba una sensación algodonosa, me gustaba tomarle fotos a mis pies desde arriba con todo tipo de zapatos y decorar con flores verdes mi pequeño cuarto. En lugar de poemas regresé a los dibujos, me gustaba salir con el alemán porque no hacía preguntas. Un día me dijo "Jimena, eres la persona más aburrida que conozco" pero me acompañaba al teatro, pagaba mi té y las galletas...

1 comentario:

gabilalara dijo...

extrañas, asustadizas y reconfortantes coincidencias. Gracias Jime, por escribir.