miércoles, enero 27, 2010



Nunca confíes en alguien que trae puesto un uniforme. Al final un uniforme es un disfraz y un disfraz siempre esconde algo. A mi no me gustan tanto las sorpresas.

El uniforme es útil para los trabajadores, porque anula su individualidad, su personalidad.
Puede sonar frío, pero la verdad es que en algunos casos resulta favorable para personas cuya personalidad es horrible, mejor dejarla bajo en uniforme. Como la señora Leo que cuando llega en su rol de estudiante es sonriente y tiene voz cascabelosa, pero hoy mismo mientras bajaba las escaleras del tren me empujó con su fuerza de mujer mayor y en un catalán filoso como cuchillo carnicero lanzó un "deixeu pasar". La señora Leo fuera de la escuela es una mujer horrible.
O el hombre menudito, que es sonriente y cantarino, pero conforme uno invierte más tiempo con la gente es inevitable que se le desborde lo que la gente es. Yo le comentaba que siempre lo veía como omnipresente en la escuela, y entonces se queja amargamente de las personas de la puerta, quesque no hacen nada, quesque por eso él gana más dinero. Y siento feo, porque las personas de la puerta son lindas lindas. A, el de la bici es el más amable de todos y siempre te ayuda y siempre te sonríe y siempre parece estar divertido con lo que hace. J, que parece ser una antigua belleza, es el más cool de todo el edificio y todos quieren ser sus amigos, o la señora Natalia que nunca deja que pase frío.
Esque a veces también me da la impresión que mientras más disfrute uno su trabajo, parece que es una tontería, todos tienen caras largas y eso es lo normal, sufrir sufrir sufrir, si no sufres, no estas trabajando, siéntete culpable de no sufrir, porque entonces no es un trabajo y en esta sociedad estar sin un trabajo esta prohibido.

Por eso los uniformes, porque somos demasiado complicados por dentro, los uniformes a veces son un triste consuelo de las frustraciones personales, porque cuando traes puesto el uniforme, simplemente no eres tú.

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