miércoles, enero 20, 2010


Llegaban a estos lugares con disfraces ligeros y entallados, con zapatos imposiblemente altos, altos altos como catedrales góticas. Y se paraban ahi con gesto serio, pintadas, sin cejas y credenciales falsas.
Llegaba algún hombre, decidían colectivamente si era guapo y con absoluta contundencia soltaban el no, el si o lo que fuera. La elegida se desplazaba con el susodicho por el lugar, jamás le invitaba una copa, porque a pesar de que llevaran disfraces tan llamativos, todos ahi eran mas o menos pobres. Era imposible saber cualquier cosa de la identidad de cada quien, pues ellos también portaban disfraz. Zapatos de punta cuadrada como el pico de un pato, pantalones cualquiera, camisita de cuello cualquiera y goma en el pelo, como una especie de adusto casco. Estaba prohibido hablar de los asuntos personales, los sentimientos o las expectativas, por eso ponían la música alta donde no se podían escuchar ni los pensamientos. No es necesario que pienses les decían, el colectivo te indicará tu camino, no cuestiones, no hables ni preguntes, solo baila baila, bebe bebe, besa besa. Y bailaban, bebían y besaban.


Había alcanzado ese lugar todavía con el disfraz puesto, para encontrarse con un clima hostil y extraño, el disfraz resultó un elemento inecesario, nadie miraba, nadie exigía, estaba todo solitario. Notaste que tu lengua se encontraba atrofiada, no habías hablado con nadie en meses.
Y todas esas personas no solo no se disfrazaban, sino que elegían casi aleatoriamente sus ornamentos. Esta gente estaba sola, con su clima hostil, buscando ser individuales, deseaban ser especiales. Tú con tu disfraz... es tan estúpido.

No hay comentarios.: