jueves, febrero 12, 2009


Me encontré con un hombre en el metro. Bajito, ojos oscuros. Me recordaba a mi papá en edad, con una chamarra azúl del Barcelona. Y se me paró en frente y por cómo me miró me recorrió un filoso escalofrío por toda la columna vertebral, imagino que me miraba como solo puede mirarse a un pez sobre una mesa de disección, con esa severidad hitleriana y cada arruga de su rostro en tensión, remarcando la dirección de esos ojos carbónicos, justo encima de los míos.

Quería estar en el sitio donde estaba yo, acercaba su cuerpo y su cara a tan poca distancia, y esos ojos, esos ojos tan insistentes sobre los mío, pero entendí que aquel aplastante poder se trataba de una lucha de dominación, él me miraba con tanta fuerza para incomodarme, cosa que hacía muy bien, para demostrarnos que era superior y aunque quería salir corriendo no me movi un centímetro y le miré sin reparo como me miraba él, pero en lugar de intimidarlo como yo esperaba, parecía disfrutar tanto el ser observado, era como un juego en el que se sentía tan seguro que incluso adiviné una media sonrisa burlona en su burocrático rostro, insistía en el juego, llegando incluso a recorrer mi cuerpo con una expresión tan extraña, como si estuviera teñida a la vez de desprecio como de altanería, me transpasaba con sus ojos, me desmembraba parte por parte, frío, sin gesto que delatara pensamiento o intención alguna.

Cerré los ojos y me puse a cantar en voz alta, moviendo las manos y un poco las piernas, solo así terminé su juego y sin más desvió la mirada, se apresuró a la puerta de espaldas a mi, vi que alguien se había apartado casi casi electrizado a su paso, y de repente como regresando a una faceta extrañamente humana, miró su reloj como cualquier abogado o ejecutivo equis y se bajó del metro.

Yo... Me quedé con la piel erizada y las entrañas de fuera.

5 comentarios:

10.21 dijo...

me gustó la historia, me gustó el dibujo.

ambos son difíciles de procesar.

ni_mini dijo...

y eso que no le puse órganos!!!!

Anónimo dijo...

Ps que los organos no los traías de fuera? jeje. eres buena narradora, y no sé si fue verdad o ficción, pero qué bueno que al final ella (o tú) ganó la batalla de la mejor manera y con un recurso al que él no podría responder.

el etérno conflicto hombre - mujer, superior - inferior, adulto - joven, etc. No sólo las damas pasan por eso, entre nosotros siempre estamos en un juego de poder, en sentido de superioridad absurda y falta de respeto a veces, otras tantas muy sana, como una competencia, pero siempre presente de cualquier modo.

Me gustó tu último comment en mi blog, aunque no capté muy bien... pero ahora que lo pienso creoq ue te refieres al personaje de mi canción, cierto? está como enamorado de lo que hace; es alguien que se apasiona con el desollamiento o la humillación. por un lado es humano, tiene pasiones, tiene gustos, peor por el otro es un monstruo sin escrupulos: una rosa con espinas... con muchas espinas.

Un abrazo.

Pável dijo...

Estas historias en movimiento sólo pueden terminar en pieles de gallina y vísceras expuestas.

También Florencia expone sus vísceras, como sólo los cursis saben. Y yo aplaudo.

BESSIE CERÓN dijo...

yo apludo tambien , ah te encontre de nuevo que bien!