domingo, julio 06, 2008




Hablo mucho cuando estoy nerviosa, es cierto, pero aprecio un compañero de viaje silencioso. Cada vez que inicio un viaje largo de verdad en mi cabeza suplico que mi compañer@ de asiento simplemente tenga la boca cerrada, así, de verdad, hay gente que simplemente así es mas feliz.
Esta vez tuve suerte, me tocó al lado un chavillo medio mamón que no dijo ni pio en todo el viaje, delgadito, de esos que no necesitan ocupar mucho espacio y que por eso tampoco molestan, venía con su novia y ésto lo mantenía ocupado, se limitaban a tener sus manitas agarradas y a estar recargados el uno en el otro, juro que amé ser invisible.
Por el contrario, del otro lado había una mujer con un sueter verde con textura como de musgo de navidad que se sumó rápidamente a mi lista de cosas desagradables.
En la lista de las cosas mas desagradables, encuentro aquellos traseros que parecen tener una autonomía ignorada por el poseedor. Este era el caso.
Con unos pantaloncitos de esos brillosos medio pegados, la mujer no podía evitar contonearse con alegría por todos los pasillos, contonearse en posisiones imposibles, contonearse en movimientos breves justo al lado de mi asiento y no es que este exagerando pero cualquiera se pone nervioso cuando es encañonado... odié su prominente trasero y el poco control que tenía sobre él.

1 comentario:

Regina Gonzalez Ocampo dijo...

aaaaaajajaja mi piru..
me rie mucho con este blog.
siiiimpre sienta bien leerte.