viernes, septiembre 01, 2006

la espera


El tiempo aplasta... tan lentamente va desplazandose.
Veo el pasto crecer, siento mi cabello crecer. Me cubre los ojos.
Sin ojos, con cabello, con miles de esos segundos vacíos y pesados donde cabría todo pero en realidad no cabe nada.
Cuando se espera se ve al final un suceso, cuando solo pasa el tiempo homogeneo no existen finales y es como aquellos momentos que en la oscuridad y con los ojos abiertos o cerrados se espera que el sueño llegue. Y esperar es un término muy relativo, pues igual nunca llega.
Esos momentos que la noche es tan aplastantemente silenciosa que cualquier mínimo pensamiento se escucha como megafoneado cuando en realidad uno no quiere oir nada. Y canciones normalmente simples se repiten en la cabeza y en el paladar salado, una y otra vez como disco rayado, generalmente los estribillos, porque dentro de mi cabeza no puedo reproducir una canción con orden y con toda la riqueza de sus instrumentos, al menos seguir una secuencia real.
El tiempo en la inmensidad de su océano, aplasta tiempo y horas como en vuelo de avión pero sin desplazamiento.
Ya me canse de esperar, aplastada, contemplando como se mueve el Sol.

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