viernes, agosto 25, 2006



Habìa olvidado los meses en que le gustaba hablar con sus òrganos. Era un pueblo tan desolado que uno podìa permitirse ciertos lujos secretos, como tener aquella pasiòn por la soledad (que es curioso que cuando menos solos estamos es cuando se le rehuye a la compañìa), crear nuevas doctrinas para los herejes potenciales en un pueblo plagado de catòlicos y cristianos. Se creò dos alter egos, cada uno con una fisionomìa e incluso una personalidad bien definidas y diferentes.

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