jueves, agosto 03, 2006

crónicas defeñas 2


El te se derrama con su calor agresivo, mis dedos son curiosos tocadores pero no les gusta tanto el calor.
Les gusta partir el pan y ofrecerlea los ojos y al olfato ese abanico de sesaciones que es partit el pan recien horneado.
Les gusta la piel de Luis, tanto que se ha vuelto un vicio.
Les gusta la piedra fría y esa textura que no es ni rugosa ni demasiado suave o el pelo de conejo que es tan delicado y fino que es recuerda al abrigo de mi muñeca favorita muchos años atrás.

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