jueves, agosto 03, 2006

cronicas defeñas 1


Y no había escrito en tanto tiempo porque extrañaba la soledad y su cuerpo y su cabeza se lo reclamaban de esa manera.
Los talentos especiales les son regalados a los infelices y es esa explosión maravillosa lo que trae balance por su infelicidad tan oscura y pesada.
Iba vestida de negro en el pesero y tenía todos estos pensamientos mientras el ruido del motor iba silenciando cualquier susurro del mundo quien a veces era el mismo que hablaba a gritos y silenciaba la contundencia de su propia voz.
Era una temporada profundamente intuitiva y poderosa la que se manifestaba en aquella época, porque sabía de sentimientos angudos y punsantes, de sentimientos amargos e incómodos y de aquellos que se siente como si te encogieran las manos o el estómago pero jamás había sentido nada tan dulce y eso la desconcertaba y de cierta forma descalificaba todo lo aprendido en experiencias pasadas, nada escrito en el manual de su cabeza servía.
Dentro del silencio del ruido y el suave bamboleo del pesero, escucha una voz cerca de su cuello.
El hombre que va sentado detrás habla solo, y mirándolo con el rabillo del ojo y más con el oido percibe el movimiento tembloroso de su cabeza y de sus manos.
Nadie se sienta a su lado. Con los labios hace trompetillas y cuando ella pone más atención escucha:
-Solo quiero que me escuches.
Ella en su cabeza le responde.
-Te escucho
Pero son palabras inaudibles que solo pronuncia en su cabeza, siempre se ha preguntado si serán audibles por algun órgano secreto.
El isgue temblando, sigue solo. Todavía habla y aunque pensaba él iba al mismo lugar que ella, ella se baja y él se queda.
Cómo da miedo la locura, la gente se aleja de los locos pero en el fondo todos tenemos locura en potencia, pero la locura es soledad, la locura es una prisión a veces y a nadie le gusta estar solo y prisionero o al menos eso dicen.

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