Era un principio prometedor y color de rosa, como si el cuarto de los regalos estuviera listo para abrirse. De haber sabido lo que se abría, hubiera sacado mi paraguas o el bestseller de autoayuda. Dos dermatitis en las axilas, laringitis una vez al mes, el eczema de los ojos y una que otra gripilla. Como si a mi cuerpo repentinamente le hubiera dejado de interesar la vida.
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