Todos los taxistas que quisieron aprovecharse de mi. Besos, teléfono, toqueteos, etc. Nunca fui atractiva en general y nunca me gustó ser perseguida pero el día que perdí mi atractivo en general por tener unas nalgas dos veces el volumen de mi cabeza, me sentí un poco triste de saber que había desperdiciado mi juventud teniendo miedo, que es la última cosa que uno debe tener cuando es joven.
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