sábado, agosto 30, 2014





Yo ya sabía que en todo ese tipo de asuntos uno termina pillandose los dedos. Pensaba en esto mientras recorría aquella página maldita y me repetía mentalmente, andale, por metiche. 
Dolía un poco no se muy bien si en el estómago, en el pecho o incluso en los ojos. Me molestaban tantas cosas al mismo tiempo que no sabía ni siquiera discernir las unas de las otras. Me sentí avergonzada de habitar el pasado, me sentí pequeñita y absurda, no mames, patineta, un maratón y una novia guapísima a una persona simplemente nefasta. Como sí todas las leyes del karma estuvieran vueltas locas, un universo desequilibrado cuya armonía se basa en el sarcasmo y la ironía. Me sentí traicionada por el cosmos. Y por sí no fuera suficiente, aparecen fotografías de aquella dichosa boda, como cuando uno se queda congelado en los sesentas y de repente te despiertas y todos tus conocidos son abuelos dementes, así igualito. Se me quitó la culpa por todas aquellas veces que me habían dicho que no desaparezca, que sea más atenta, que la amistad y esas cosas, como aquel día, una vez al año que habíamos quedado y me dejo plantada por el salón del cómic. No entiendo a los humanos, no entiendo esa contradicción de exigir cosas en las que uno no es capáz de corresponder más o menos equitativamente, como un niño que simplemente desea que le sirvan. Me avergonzaban mis propios pensamientos pero aunque uno no lo diga, ahí están. Lo siento, creo que siempre has tenido muy buena suerte, una suerte que no mereces, nunca te ha tocado luchar ni partirte la madre aprendiendo, siempre has aterrizado sobre rosas. 
Decidí cortar con todo, ni modo, me había vuelto desconfiada y huraña, talvez no supe reaccionar positivamente a experiencias negativas pero entendía un poco esa sensación de querer abrir una ostra que simplemente no se deja. Ese día leí una frase que me gustó mucho, "dios me ama a través de otros seres" y aunque no creo en dios, precisamente esa mañana que cruzaba la meridiana con pensamientos negativos y horribles sobre mi misma y lo que había pasado, en medio de la multitud se detiene un hombre y me dice "eres guapísima, de verdad me encantas, quiero casarme contigo" me dio un poco de miedo porque a veces esas personas están locas, pero me hizo sonreír pensar que el torrente especialmente negativo que corría por mi cabeza, fuera interrumpido por una declaración tan intempestiva. 
No vuelvo a mirar en el pasado, le dije al Marty McFly que llevo dentro.


No hay comentarios.: