miércoles, agosto 25, 2010


La quería mucho. Llevábamos solo unos meses de conocernos, pero inexplicablemente era una intimidad extrañamente vieja. En la última borrachera me dijo que me quería y que tenía cierto enamoramiento por mi. Me quedé callada. Pensé estaría confundida porque nadie la había conocido como yo, pensé que sería cosa del tiempo y la seguí queriendo sin reparos ni susto, con sonrisa silenciosa. Un año después me entregó una carta amarilla que decía que había estado confundida y que sabía ahora que solo me quería como amiga. Nunca se volvió a hablar del tema, nos quisimos como siempre hasta que nos convertimos en adultas. Ya no nos hablamos, le hemos dado demasiada importancia al protocolo.

2 comentarios:

Albert, Barcelona dijo...

Al final siempre es bonito que alguien se enamore de ti aunque no puedas corresponderle, sobretodo si se trata de alguien que te conoce en profundidad.Pero es cierto que ciertas confesiones provocan incomodidad, nunca vuelves a mirar igual a esa persona.

Anónimo dijo...

me gusto la foto jaja


ya se, bien naco mi comentario..