viernes, enero 15, 2010



no siempre fue así, pero eso de la adolescencia es una situación complicada e impredecible. Para empezar ni mi cabello ni mis cejas eran tan gruesas y negras y de repente, de un año para otro había pasado de tener el cabello delgadito y lacio a tenerlo medio quebrado y negro negro negro. Lo del cabello salió bien, pero las cejas era una cosa tan dramática, a pesar de que considero que las cejas grandes y oscuras son un atributo muy atractivo, es precisamente por la fuerza que otorga al gesto de la cara el que a mi me hubiera parecido escandaloso ver cómo había cambiado mi gesto por ese pequeño detalle. Odie mis cejas y las depilé incansablemente. Ahora mismo, cuando amo las cejas gruesas y negras, ya no me salen así y a pesar de que siguen siendo bellas, son ahora dos oscuras y dóciles rajitas.
En mi casa siempre hemos tenido un conflicto de gustos respecto a los sabores en la comida, porque todos somos extremadamente melindrosos. Mi mamá ama los sabores ácidos y salados, le gustan los sabores intensos y amargos. Mi papá se quedó huérfano muy chiquito y nunca aprendió a comer bien, así que esta totalmente acostumbrado a la comida industrial como los gansitos o los sopes, sin embargo es extremadamente vanidoso así que ya no come dulces pero como no sabe comer bien, limita su dieta a elecciones semejantes a lo que elegiría algún fakir en huelga de hambre, tiene su religiosa toronja de la mañana y a la hora de la comida, no le gusta explorar sabores nuevos, así que en mi casa todo se limita a verduras hervidas o ensalada y pollo a la plancha o mejor dicho, a la chancla, porque cualquiera sabe que es muy escasa la comida de dieta que sabe bien. En mi casa, no se come pasta ni pan, ni crema ni quesos grasos, no se hacen guisados y se cuida mucho mucho los carbohidratos que consumimos, además de que porque mi papá tiene vértigo, no comemos sal ni carne roja.
Por esto se puede entender el pánico generalizado el día que me empezaron a salir unas "llantitas" inexplicables. Nunca he sido gorda, pero dado mi metro y medio de altura cualquier fluctuación por mínima que sea sobre mi peso, se nota muchísimo.
Mi mamá comenzó a tomar medidas extremas, al principio eran cosas como que mi sandwich para el recreo estaba hecho de una rebanada de pan en lugar de dos hasta un tiempo en el que en lugar de sandwich, me mandaba una diminuta bolsita de fibra y otra de ejotes hervidos, a veces omitíamos incluso los ejotes directamente. Yo estaba muy angustiada porque a pesar de que comía muy poco y que no comía dulces, subía alrededor de 1 o 2 kilos por semana, sin parar.
Descubrimos que mi tiroides era lenta, que tenía el colesterol alto y que correr 30 minutos diarios causaba mucho dolor en las rodillas. El día que me fui a Barcelona se me borró la dieta de la cabeza. Recién llegué, en los primeros meses, bajé 3 kilos que no volvi a recuperar nunca más.
En estos primeros meses decidí volverme vegetariana no por nada en especial sino porque la soya y las verduras preparadas correctamente me resultaban muy sabrosas, además de que nunca había tenido que cocinar la carne para mi y verla empaquetada en el super, su tacto y su olor me daban mucho asco, además del juguito rojizo y su veloz proceso de descomposición.
Ahi mi peso estuvo estable un tiempo, estable pero dejé de bajar un poco. Ese verano fui a un nutriólogo que me hizo comer carne otra vez, quesque la carne es fundamental en la dieta y en los metabolismos jodidos como el mio, también me dijeron que mi tiroides estaba peor que antes y que era raro que alguien tan joven como yo tuviera ese problema.
Cuando F entro en mi vida, mi peso otra vez se me salió de control, fui a unos cuantos doctores pero nada me funcionaba, estuvo todo muy inestable por unos cuantos años. Cuando dejé de querer a F, mi cuerpo se estabilizó un poquito, pero regresé a hábitos malos como comer muy poco y solo un tipo de comida, pasé alrededor de medio año comiendo un plato de yogurt en la mañana y uno de atún al medio día y lo demás relleno de litros y litros de coca cola light.
Entonces llegó Luis y yo volvi al doctor que me hacía comer carne, extrañamente desde que entró él en mi vida, mi cuerpo se ha estabilizado mucho, el doctor estaba sorprendido porque empecé a perder mucho peso sin tanta dificultad, me hizo un comentario como que esta vez si que estaba comprometida y que si me lo estaba tomando en serio cuando nunca me he tomado nada tan en serio como mi alimentación y mi peso, pero él no me creía.
Me he pasado los últimos 10 años intentando bajar el peso que gané en la adolescencia, los últimos 4 años han sido los más fáciles y conforme pasa el tiempo irónicamente y contrario a lo que tooooodos los doctores me habían dicho mi tiroides se ha ido componiendo.
También he encontrado otro doctor diferente al de la carne con el que me ha ido bien, se llama Arieh Goldberg (si lo googlean pueden dar con su página a quien le interese), su programa esta bien porque no es restrictivo, con él he tenido que luchar contra mi misma y mi propio modelo familiar de temerle a casi todos los alimentos. He decidido postear acerca de esto porque tengo muchas amigas anoréxicas y en una conversación de ayer, Burbur comentaba que se había descubierto que el estres era un factor determinante como causante de cáncer. Esto me hizo pensar en mi tiroides y en mi historia con las dietas y concluí que era muy lógico, personalmente todas mis crisis tanto de peso como de colesterol o de vitiligo, siempre han estado ligadas al estres y la llegada de Luis a mi vida ha sido buena no por alguna explicación mágica sino porque simplemente con él estoy más relajada y más tranquila, no me presiona como me ha presionado todo el mundo a lo largo de toda mi vida por perder peso y eso hace las cosas infinitamente mas fáciles, supongo que también con la edad el peso se me ha hecho un factor bastante secundario respecto a lo que era antes.
Ahora mismo, odio las dietas estrictas y jamás jamás jamás en la vida volveré a someterme a mi misma a lo que estaba sometida en esos entonces, creo que este tipo de dietas son inhumanas y que juegan mucho con tu cabeza y con tus emociones por el poder que tienen los alimentos sobre nuestro cerebro. No como todo lo que me cae sobre las manos, pero ahora si puedo comer dulces de vez en cuando sin que al día siguiente haya subido 4 kilos. Creo que el elemento principal para bajar de peso y estar saludable es simplemente ser feliz.

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