viernes, noviembre 20, 2009

No soy una persona que deba estar en una escuela de arte.

He tenido este pensamiento desde hace mucho tiempo. No me siento identificada con los artistas ni con la atmósfera artística de ningún lugar.
Un artista es a veces un charlatan y ese actor que se posiciona en un papel que lo libera de juicios y de ser desaprobado, hasta que te conviertas en una vaca sagrada. I.N.T.O.C.A.B.L.E.
Escuche de una chica de mi escuela que ahora es famosa. En aquella asignatura de último año le habían puesto entre un 7 y un 8 de calificación. Al mismo tiempo mandó su proyecto a una institución famosa que pareció darle muchisimo apoyo. La profesora cuando se enteró le cambió su calificación por un 10. Por el mero hecho de ser aceptada y apoyada socialmente... Una institución, un trámite. Nada de sencibilidad, nada de sencibilización, nada de comunicación. Y de repente todo este esfuerzo emocional parece vano.
Esta semana decidí hacer una pieza que me puso en un estado interior especialmente emocional, era una pieza cosida, pintada y bordada y cada puntada tenía un significado, algo de mi.
Y de repente lo mira y me cuestiona con cierto desdén, quesque es muy poquita obra blabla. Yo le cuento lo que significa y me dice que es más de lo mismo, que ella quiere ver imágenes de violencia.
Hay un malentendido. Yo no estoy hablando de violencia, la cual es morbosa y fría, yo estoy hablando de fragilidad que es cálida e íntima, aún cuando es un tema tan áspero como los asaltos o la corrupción, no hablo ni de dedos cortados ni pistolas... Ella quiere ver todo eso. Y me siento profundamente decepcionada. No hay posibilidad de comunicación. Quiero imágenes potentes dice.
Es extraño que me sienta mucho mas cerca de la gente de la calle, la gente común, la masa. A veces parece poseer una sensibilidad mas sincera, más del estómago que de la cabeza. La sensibilidad en la cabeza ya no es emoción sino pensamiento. La persona que estudia disfruta de las cosas de una forma diferente, con más frialdad.
He llevado cada objeto, cada cosita tan íntima, tan personal en la que me he dejado el corazón, las manos y las lágrimas. Lo ha mirado, lo ha cortado en pedacitos, lo ha masticado y lo ha vuelto a escupir, sin comprenderlo, sin vibrar con su emotividad, mientras escribía en su libreta uno que otro comentario. Me sentí inundada y sobrecogida por la propia emoción que había colocado en mi pieza. Se me llenaron los ojos de agua y todo el mundo volteó la vista hacia otro lado. Tomé mi pieza y me fui.
No me estoy comunicando contigo. simplemente.

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