domingo, julio 16, 2006

la insoportable espera

Bajo el cielo de Atizocalpan de las Tunas, la princesa se colocaba sus zapatos de domingo, los que tenían las lengüetas suaves para aguantar el imparable ritmo de las noches de baile.
Vestidito largo, amarillo pastel, brillantitos en el escote.
Llega un príncipe convertido en mosca y se le posa en los labios, como suelen hacer las moscas cuando piensan que son príncipes.
El príncipe convertido en mosca se convierte en príncipe y le pide una pieza, encantado por los zapatos de charol azul de su princesa que le reflejan el estampado de los calzones.
La princesa indignada por el beso robado arruga la nariz, porque le han enseñado a darse a desear.
El príncipe es un balagardo la toma de la cintura y se la arrima, pero a las mujeres y sobre todo a las princesas les encantan los patanes así que sonríe junto con una risita pícara que suena muy aguda por el salón.
Los reyes avergonzados la miran, quesque según esto le habían enseñado a darse a desear…
Dos semanas después la princesa tiene un bollo en el horno y el príncipe tiene que llevarla a su pueblo Coyolillo de las flores, donde bailan sin parar todos los días de la semana y se arrastran por tener el azúcar tan bajo, les gusta vivir de amor.

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