Vi su carilla triste a través de la ventana y una oportunidad que pasa una vez cada 12 vidas. Le pregunto qué le ha pasado y dice que ha cortado con su novia, entonces veo claramente al cosmos señalando una diana y pruebo puntería, yo creo que yo podría ayudarle. Y me le acerco con una sonrisa y le doy un beso y me sonríe con dulzura y me besa de vuelta.
Le enseñé a no complicarse, a divertirse un poquito porque era muy serio. Ya en casa de Julio me pregunta si estoy decepcionada, porque le quiero desde que tenía 13 años. No, ni un poco. Miento un poquito porque ahora tengo 18 y la verdad es que tengo unas expectativas claramente fuera de este mundo acerca de lo que es el amor y el beso de un hombre que has adorado como sólo se pueden adorar a los dioses por cinco años completos y cuya existencia da sentido a la navidad, a semana santa y a los bochitos azules. No me gustan sus historias con señoras mayores, pero sigo pensando que es dulce que me permita estar en sus brazos, que se permita menguar su dolor.
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