En un duelo de bromas, cuando nos poníamos pesados y nos metíamos directamente con su calvicie prematura me decía que su abuelita era calva y que la cavicie era genética, así que tenía todas las probabilidades de ser como ella. Ella se llamaba Lucía, Lucha pues, y aparentemente era la piel de judas porque no conozco a nadie que hablara de ella con un poco de amor o algo así. Era muy bonita, tenía los ojos amarillos, como de ese café claro de los ojos de mi hermano o los míos que son ligeramente más oscuros.
Un día me dijiste que en el borde de mis ojos había tres anillos amarillos. Son los ojos de mi bisabuela.
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