La primera vez agarré todas mis cosas sin mirar atrás y con la sonrisa dibujada en los labios con marcador fosforescente. No te duele lo que no conoces. Cuando tienes plena consciencia de lo que significan tus decisiones, es otra historia.
Y ya
Luego me invitaron por unos tacos. Sus palabras dulces y compasivas me hacían difícil pensar que era esa misma persona que se rehusaba a llevarme a mi casa los días que no traía el carro. No, definitivamente los años nos están ablandando.
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