lunes, diciembre 13, 2010




No nos gustaba que nos tacharan de inocentes, guardábamos en lo más proundo de nuestra cabeza la idea de que cuando fuera necesario, seríamos capaces de sacar la fiera de adentro y de gritonearle a la gente como su esposo le hacía, como a veces nos gritoneaban a nosotras.

Después de conocer al grupito de los 5 o 6 adolescentes que llegaban con los cachetes manchados de migajas y carcajénadose exhibiendo todo el interior de su boca con esas voces de pajarraco semi adulto, me cuestioné con profunda cavilación, mi propia e inmensa capacidad de tolerancia.
El curso pasado le había aprendido a la muchacha que trabajaba conmigo que la cara más seria no dependía de la estatura o cualquier cosa, era una técnica perfecta y fría de concentración absoluta, mientras uno se va colocando lentamente una máscara de indiferencia, apretando un poco la boca, sin dejar el menos atisbo de sonrisa. A ella le funcionaba bien.
Así que intenté aplicar su técnica que por supuesto es mucho menos perfecta en mi inexperta cara, tan novata en eso de los gestos severos. Me acerqué al que había distinguido como el líder del grupo y gesticulé con aquella voz que me había ameritado estar en el coro entre los hombres, que por favor saliera a la salita del tercer piso a terminar su alargado bocadillo.
Me contesta con un par de quejas diciendo que no lo va a hacer, cuando la abrumadora parvada de pajarracos se lanzan con sus espantosas voces a decirle que se saliera que daba igual.

A la semana siguiente se aparece el bufón del grupo, aquel que es el único que verdaderamente se reconoce que no estudia y que invierte sus mañanas enteras mirando videitos en la sala de estudios, insignificante y solitario, sin sus sonrisas ni sus voces roncas, se aparece solo y es este individuo vacío, entiendo que posiblemente encuentre el sentido de sus bromas en la colectividad, como uno de esos accesorios que sin la pieza central simplemente no hacen sentido.

Le arrojo mi cara de perro con rabia y no me habla, no se si no se atreve o simplemente me guarda el mismo desdén. No me desafía, ni me habla ni le hablo y le tuerso la boca para que me deje en paz.

1 comentario:

gabilalara dijo...

me encanta el dibujo!!!