viernes, julio 23, 2010


La tristeza es cuestión de concentración.
Hablando con el hombre triste me pareció que su problema era clarísimo. Deseaba volver con una mujer a la que no amaba y que definitivamente no le hacía feliz porque no era feliz con su vida, no tenía nada interesante en lo que concentrarse. Al mismo tiempo su entorno social no favorecía el conocer otro tipo de gente o simplemente cambiar de escenario. Siempre me gustaron las actividades domésticas porque soy una persona vanidosa y me encantaba estar dentro de mi cabeza porque siempre lo consideré un lugar especial. Estar demasiado tiempo en la cabeza de uno puede desarrollar una mente hiperactiva. Demasiada observación es agotadora, el cansancio entristece, el agotamiento de temas también entristece. Soy una persona triste porque paso demasiado tiempo en mi cabeza. Desde que tengo memoria me ha ayudado infinitamente pintar, talvez pintar ha sido una necesidad inventada a partir de la mente hiperactiva, cuando pinto o dibujo, no pienso en nada. Mis manos se mueven y la única pregunta que me planteo es ¿cómo puede quedar esto mejor?, pueden pasar horas sin necesidad de comer o dormir no pinto tan bien como otras cosas, pintar es una actividad incompleta, un reto. Me pasa algo similar cuando leo o cuando escribo. La tristeza es una cuestión de concentración. Si se logra centrar a esa mente hiperactiva en alguna actividad que requiera de toda su ambición, toda su energía obsesiva, el corazón estará tranaquilo.
Mente poderosa, mente terrible.

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