sábado, octubre 06, 2007


Pasábamos muchos sábados en aquel coche rojo escuchando las leyes del Cosmos una y otra vez, los deseos, el dharma, el karma y muchas oraciones para que se le concedan los deseos a uno. Soñábamos mucho, a veces dentro de todos aquellos coches plagados de calor y a veces de betún, pero siempre llenos de sueños. ¿Y si cuando eres capaz de salir del agobiante calor del coche has soñado tantas cosas que no te queda otra cosa?. Que los sueños son una sustancia desgraciadamente escasa cuando se vive en el plácido y azucarado conformismo de la felicidad. Qué dice uno con la lengua dulcemente anestesiada?.
El dolor produce sueños, pero deja cicatrices que una vez los cumplas no habrá a donde seguir caminando.

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