miércoles, septiembre 13, 2006

Me llamo esta mañana con una voz apagada y un tanto triste y cuando se esta tan lejos de casa tanto tiempo uno aprende a distinguir ese tono.
Dice que llegó ayer y que esta bien. Sorprendentemente es la única de la que todos estábamos seguros moría de ganas de regresar, creo que el amor es de esos factores determinantes, probablemente el más determinante que te una a una tierra.
En fin, el mismo tema de la intimidad y la familiaridad de las cosas, a veces solo por retorcida me gusta preguntarle a todos los que regresan y les sorprendería la similitud casi exacta en lo que todos contestan, es ese mismo sentimiento colectivo de nostalgia, porque aquí uno siempre es un extranjero…
Últimamente salvo mis lapsitos de sensibilidad excesiva me voy sintiendo mejor y como que esto va pasando más fácilmente… Pero curiosamente de todos los amigos que han regresado a sus países por el verano concuerdan en que uno se acostumbra a la superficialidad de las relaciones que se lleva tan normalmente aquí, dicen que uno no esta con la gente por lo que es sino por no estar solo, con lo cual no concuerdo del todo pero bueno, ahora que regresé y conforme van pasando los años me doy cuenta que cada vez voy teniendo menos amigos, definitivamente la distancia es la prueba de fuego en las relaciones porque de entre mis mejores amigos los que han sobrevivido a esto que el tiempo desgasta tanto son mis relaciones más fuertes que estoy segura durarán para toda mi vida aunque bueno, en ese depuramiento duele ver que igual gente a la que se le consideraba buenos amigos en realidad solo eran una mera circunstancia…
Hoy fui a la escuela al condenado examen de renacimiento y saliendo me sorprendí evitando a un grupo de personas que conocía y ya que era inevitable me contemple a mi misma haciendo un verdadero esfuerzo por platicar y sonreír, definitivamente de las cosas que más extraño de México son las pláticas largas que a pesar de ser acerca de cualquier tema la intimidad que las envuelve las hace especialmente profundas, extraño las pláticas profundas en compañía de un buen te rojo o de menta.
El cielo, como una Alicia conmovida se abre a lapsos, lleva abriéndose un par de días en que el relampagueo es tan fuerte que entre el pianito nocturno de chinchinos y el estruendo no puedo dormir… La lluvia por las noches me cae en la cabeza y la humedad me da alergias en la madrugada… También extraño la inmensidad de los espacios, que aquí escucho las pláticas hasta de los pisos superiores y hay cosas que me gustaría no saber… Infantilmente, extraño a mi mamá y a veces me da mucho miedo que entre la distancia pierda a Luis, también me repito que son miedos muy infantiles y que soy muy suertuda de para empezar tenerlo a él que aunque es una experiencia bien difícil decidió aventarse conmigo y también de poder finalmente haber podido empezar a estudiar esta condenada carrera con la que sueño desde los inicios de mi memoria… Me repito, que todo va a salir bien y que no hay nada que temer, nada que dudar…

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