lunes, junio 12, 2006

Sus ojos oscuros siempre me miran, su atención es implacable. Mis miedos para ella son pájaros que crecen de las mangas de su chamarra, juega con ellos pues los conoce como si fueran propios, los conoce y manipula sin humanidad mi tortura es su rito, su devoción canalizada sobre mi dolor… No puedo contra ella, intento mirar al suelo y repetirme esas dos palabras hasta bebérmelas; paciencia y tenacidad, dulzura.
A veces, cuando no puedo con ella me levanta por el cuello y aprieta con tanta fuerza que me deja sin aliento. No puedo con su dureza ni con su fuerza, me contamino de sus ojos inquisidores y los llevo siempre sobre mis dedos, toda la piel son sus ojos.
El miedo el miedo, ella me da mucho miedo y siempre esta presente, duerme por temporadas pero cuando despierta es siempre iracunda y agresiva. Últimamente me siento fuerte e intento enfrentarla, me repito incansable aquel mantra hasta que se vayan mis demonios, casi siempre en la madrugada me quedo sola con ella, hasta que se cansa, hasta que su voz es silente y entonces puedo dormir cuando las manos dejan de temblar, cuando me lleno de paz dentro… El día despunta desde la mitad y nuevamente una guerra encarnizada comienza. Estoy tan cansada a veces, a veces no puedo ser paciente, ni tenaz, ni fuerte, ni dulce… Me desmorono sola, me quedo echa cachitos sin que nadie lo sepa, solo ella, a ver si sus ojos se cierran solo por un segundo.

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